Para combatir la lacra de las agresiones sexuales, algunos eventos están incorporando estos espacios
En los últimos años, la sociedad ha visto cómo la exposición de un fenómeno repulsivo y repugnante en fiestas y celebraciones iba ganando visibilidad. El alcohol y las aglomeraciones en fiestas son la excusa para que se produzcan abusos y agresiones sexuales. Pese a que, normalmente, se ha manifestado de forma flagrante en algunas fiestas patronales, los festivales y grandes eventos no se quedan atrás.
Los organizadores de festivales no son ajenos a esta problemática. De hecho, saben que del comportamiento de sus asistentes está en juego también la imagen del evento. Por eso, tratando de salvaguardar la integridad de los asistentes, además de contar con seguridad privada y sistemas de control de aforo en tiempo real, están empezando a integrar protocolos en caso de violencia machista.
Aunque no tendrían ni que existir en una sociedad moderna, en la que no sucedieran este tipo de comportamientos, algunos festivales han comenzado a disponer de un espacio llamado "punto violeta".
¿Qué son los "puntos violeta" en festivales?
Los "puntos violeta" son espacios, generalmente gestionados por colectivos feministas y que cuentan con el apoyo de la organización, en los que se atiende, informa y ayuda a víctimas de cualquier tipo de agresión. Se tratan de espacios no mixtos, es decir, que son únicamente para mujeres y eso, como siempre, crea alguna que otra disconformidad
El primer evento en promover este espacio fue el Festivern, que se celebra en Tavernes de la Valldigna durante el fin de año. Pero han sido muchos los que también han acogido esta iniciativa: Leyendas del Rock, Espiga Rock, MareaRock, Rabolagartija... hasta incluso el propio Ayuntamiento de Madrid para las fiestas de la Paloma.
¿Cómo es el funcionamiento de los "puntos violeta"?
Respecto al funcionamiento de estos espacios, no existen protocolos específicos de lo que debería ser un punto violeta, ya que cada festival es un caso diferente. Por eso, los protocolos de actuación dentro de estos puntos son consensuados entre organización y colectivos feministas.
Por poner un ejemplo, en Marea Rock el funcionamiento era, primero, tranquilizar a la víctima, al tratarse de un momento extremadamente delicado. Posteriormente, la víctima cuenta lo que ha ocurrido, describe al agresor, y se trata de identificar al agresor para ponerlo en conocimiento de la seguridad del recinto, que es quien decide qué hacer.
En este sentido, a estos espacios aún les queda camino que recorrer, ya que los macroeventos son algo más reacios a acoger este tipo de iniciativas, que son necesarias para concienciar y prevenir.